148).-Cuando el lenguaje del abogado refuerza o debilita el alegato. a
Los siete errores del abogado litigante (en sala) y la atencion al cliente (II)
21 junio 2012
Fernández León, Óscar
Un abogado trabajando en el juicio
El mensaje que pretendíamos transmitir no era otro que la importancia que para el abogado litigante tiene el hecho de saber que el cliente, en el contexto del litigio, mantiene todos y cada uno de sus sentidos ocupados en percibir no sólo la calidad técnica con la que desempeñamos nuestro trabajo, sino la forma en la que lo hacemos, puesto que cuando prestamos nuestros servicios nos enfrentamos a una cuestión de percepción del cliente, quien no se limita a evaluar la ejecución técnica de nuestros trabajos, sino todas las circunstancias que rodean la prestación del servicio.
Al igual que en el post precedente, en el presente vamos a centrarnos nuevamente en destacar algunos de los errores mas habituales en los que puede incurrir el abogado litigante, pero esta vez referidos al momento temporal en el que abogado y cliente se encuentran en el interior de la sala celebrando un acto judicial. En estos casos, los errores suponen una falta de atención al cliente, y por tanto, una percepción negativa de la calidad de nuestros servicios.
A continuación detallamos los mas habituales:
1º.- No exponer al cliente la forma en la que se va a desarrollar el acto judicial: Es fundamental que el cliente conozca cómo se va a desarrollar el acto judicial (quienes intervienen, quien lo dirige, el orden de las intervenciones y muy especialmente la suya, etc…), ya que de esta forma se sentirá mas relajado y seguro, y así comprenderá las posibles incidencias que se vayan produciendo.2º.- No preparar al cliente para el desarrollo del interrogatorio: Grave error es el no preparar debidamente a nuestro cliente para el interrogatorio de parte, ya que debemos cerciorarnos de que éste sea solvente en el desarrollo de dicha prueba, especialmente cuando interroga la parte contraria.3º.- Al entrar en Sala, el letrado no sabe en el lugar donde colocarse: Esto ocurre a menudo, y si el cliente lo percibe, causa una pobre impresión, máxime cuando sea el Juez el que nos haga cambiar de ubicación. Ciertamente, todos sabemos que hay Juzgados que mantienen un criterio diverso al general y, a veces, no sabemos en qué carta quedar. Sin embargo, ello no obsta a que con anterioridad a la celebración del acto procesal procedamos a asegurarnos del lugar en el que nos ubicaremos.4º.- Permitir que un testigo entre en la Sala al comienzo del juicio: Error de principiante, que he tenido ocasión de presenciar un par de veces. Es desastroso perder la posibilidad de interrogar a un testigo por no advertirle que debe quedarse fuera a la espera de que lo avisen , no solo por la mala impresión que creará en nuestro cliente, sino que con tal error se pone seriamente en riesgo el éxito de nuestra defensa, lo cual el cliente no olvidará.5º.- No advertir al cliente que cuando esté declarando no debe preguntarnos con la mirada: Esta situación, muy habitual, se evitaría con aleccionar al cliente antes de entrar en sala. Que un cliente (o peor, ¡un testigo!) nos inquiera con la mirada bien para buscar nuestra aprobación sobre una respuesta o nuestra opinión sobre alguna incidencia, no sólo llama negativamente la atención del Juez, sino que puede motivar una advertencia de éste al letrado.6º.- Entrar en una discusión peregrina con el Juez: A veces, por cuestiones formales (denegación de preguntas por impertinentes o por la forma de llevar a cabo el interrogatorio) se entabla una discusión, que siendo completamente legítima, adquiere un tono en el que está claro que la situación va empeorando. En estos casos, no cabe otra opción que utilizar los remedios procesales para salvaguardar los derechos del cliente, pero siendo siempre prudentes y evitando entrar en discusiones con el Juez que no llevan a nada, salvo a alarmar a nuestro cliente, quien, ante una sentencia negativa, imputará el resultado a dicha incidencia.7º.- No advertir al cliente de que no debe hacer aspavientos mientras declare la otra parte o los testigos: Esto es todo un clásico. El cliente, por su carácter o porque cree que así demuestra lo injusto de la situación ante el Juez, realiza aspavientos y comentarios mientras declara alguna parte o los testigos. Todos sabemos que dicha conducta no lleva a nada, y que el Juez no la va a apreciar como algo positivo, mas bien todo lo contrario. Por ello, es conveniente advertir a nuestro cliente previamente de dicha situación.
Tal y como indicamos en el post precedente, es posible que recordemos otros errores que no hemos recogido anteriormente, puesto que hay bastantes más. No obstante, nos damos por satisfechos sabiendo que estos consejos pueden hacernos reflexionar y medir, de ahora en adelante y con más cuidado aquellas decisiones que, en el contexto del litigio, pueden afectar negativamente la calidad de nuestros servicios.
Eeeh, ahh, umm …. El abogado y el uso de muletillas y rellenos en la comunicación
Óscar León
Sep 20
La comunicación, entendida como el acto de expresar y conectar, desde lo que llamamos emisor, información sobre nosotros y/o sobre una situación, al que llamamos receptor, constituye un proceso que siendo indispensable para el género humano, alcanza una importancia sublime para quienes ejercemos la profesión de abogado. Ello es lógico, pues a través de la palabra desarrollamos las actividades esenciales de nuestras funciones de consejo jurídico, intermediación y defensa ante los tribunales.
No obstante, a la hora de comunicarnos oralmente los abogados nos enfrentamos a una serie de defectos en la expresión oral entre los que destacan los denominados rellenos, muletillas o como dicen los británicos "sonidos del pensamiento" (thinking noises), es decir, palabras o expresiones que empleamos de forma reiterada al hablar y que son completamente innecesarias durante el proceso de comunicación.
Como ejemplos más paradigmáticos de estos rellenos encontramos al conocidísimo eeeh, umm, ahh, bien, correcto, vale, etc., expresiones fruto de hábitos que se intercalan en nuestras frases de forma reiterada y que, en ocasiones, suelen emplearse en quince o veinte ocasiones por minuto, llegando, en los casos más exagerados, a conseguir la diversión de nuestro auditorio.
Los rellenos, auténtica basura verbal, tienen como finalidad suplir los obligados silencios que hemos de emplear como puntuaciones mientras hablamos; de este modo, en lugar de pausar y después continuar, cubrimos ese espacio de tiempo con el relleno. Con este hábito, el mensaje que nos estamos enviando es “tengo que pensar lo que viene a continuación, luego cubro ese silencio con un relleno que me hace sentir más seguro”.
Sin embargo, el efecto es más bien negativo, pues cuando aparecen demasiados ehh, o cualquier otro monosílabo, estamos desconcertando al receptor, distrayéndolo y en ocasiones enojándolo, puesto que la muletilla le impide seguir con atención el mensaje. Es más, a través del uso de las mismas, estamos privándole del tiempo que necesita para considerar lo que has dicho, interfiriendo en su proceso cognitivo. En cuanto al emisor, las muletillas no aportan nada al mensaje y transmiten su inseguridad al comunicarse.
Como podrá concluirse de lo expuesto, el empleo de rellenos o muletillas durante una conversación con el cliente, la práctica del interrogatorio o durante la exposición del informe oral constituyen un hábito que debemos proscribir inmediatamente dado lo inútil, enojoso y perjudicial de su uso.
Para ello, el remedio es muy sencillo: sustituir los mismos por pausas.
No obstante, ello requiere un proceso de concienciación, en el que nos hagamos conscientes del empleo de los rellenos a través de nuestra propia escucha (grabándonos o pidiendo a alguien que nos avise cuando aparezcan). Acto seguido hemos de estar muy pendientes cuando hablemos procurando pausar y evitar su verbalización. Así, poco a poco podremos ir dominándolo hasta el punto de que pasaremos de la conciencia de su uso a una expresión inconsciente sin las mismas.
En todo caso, tampoco hemos de alarmarnos, pues basta observar cualquier intervención televisiva (especialmente en las entrevistas) para comprobar que es frecuente el empleo de las muletillas. No obstante, la mejor recomendación es acabar con ellas, con lo que ganaremos no solo seguridad sino conseguir que el interlocutor preste más atención a nuestro mensaje.
Si quieres comprobar el daño que una muletilla puede hacer durante una conversación, puedes ver esta entrevista realizada a Caroline Kennedy en la que dice “you Know” unas 140 veces. https://www.dailymotion.com/video/xblciq
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