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140).-¿Cómo debe responder un testigo a un interrogatorio hostil y/o amigable? a

Carla Nicol Vargas Berrios
fabiola del pilar gonzález huenchuñir

El empleo de las figuras retóricas en el alegato: de la paradoja a la ironía (I)

El adecuado empleo de los denominados recursos oratorios o figuras retóricas constituye materia que parece olvidada por muchos oradores, quienes no se detienen en su estudio o análisis al considerar que desde su estudio a edad temprana las mismas ya fueron debidamente asimiladas, siendo una pérdida de tiempo detenerse en lo ya aprendido y en lo que, además, se manifiesta de forma natural durante la exposición del alegato.

Nosotros, discrepamos de dicho planteamiento, pues todo orador que pretenda implicarse seriamente en las reglas de la oratoria forense debe conocer las figuras existentes y saber identificarlas para, a la hora de preparar su exposición, introducirlas en su alegato con el fin de presentar las ideas del mismo de forma que alcance una mayor riqueza expresiva y fuerza persuasiva. A mayor abundamiento, es un hecho fácilmente constatable que cuando el jurista se enfrenta al examen de las figuras retóricas con su correspondiente explicación, resulta gratamente sorprendido al comprobar la riqueza de figuras que él mismo suelen emplear en los informes, comprobando esta vez la verdadera finalidad con la que inconscientemente las elaboró. Por lo tanto, acorde con la importancia de la concienciación del orador en múltiples reglas y aspectos a veces casi naturales y que pasan desapercibidos, se impone al mismo un estudio regular de estas figuras y su aplicación ex profeso a su alegato.

No obstante, es preciso realizar las siguientes advertencias en cuanto a su empleo en el informe oral:

1ª.- Las figuras retóricas no pueden sustituir al pensamiento, sino que contribuyen a expresarlo lingüísticamente para que el auditorio lo comprenda.

2º.-  Figuras, las justas, pues es tan perjudicial para el alegato el privar al mismo de figura alguna como adornarlo exageradamente convirtiéndolo en una pieza al desuso.

3º.-  Las figuras deberán emplearse cuando el contenido del discurso lo requiera, es decir, de forma proporcionada y justa. Hay figuras apropiadas para el estilo patético que en un alegato moderado puede distorsionar el mensaje de tal modo que quede ridículo en las formas.

4º.- Las figuras que conllevan cierto desprecio o demérito de personas deberán emplearse muy restrictivamente y sin caer en la vulgaridad o la ofensa. Un ejemplo claro de esto es el uso desafortunado del sarcasmo.

A continuación vamos a examinar brevemente las diversas figuras que se emplean con mayor frecuencia en el foro[1].

Figuras descriptivas

A través de las mismas el orador pretende suministrar al auditorio una exposición más clara y expresiva, haciendo el mensaje más comprensible y digno de atención.

Descripción: A través de la descripción el orador presenta al auditorio lugares, personas, cosas, etc… con tal fidelidad que el oyente puede representarse en su mente con facilidad el objeto descrito. Por ello debe ser clara, ordenada y veraz y proporcionada al discurso.

La descripción, bien realizada, produce un gran impacto en el auditorio, ya que se está trayendo a la sala una realidad exterior que ya ha acaecido y sobre la que versará el debate. El uso de adjetivos y uso del presente (aunque tratemos con situaciones pasadas) es muy recomendable, siendo una figura muy apropiada para la narración.

Cuando la descripción se refiere a los aspectos físicos, morales o intelectuales de una persona estamos hablando de la figura denominada retrato.

« No teniendo suficiente con su execrable crimen, el acusado, tras escuchar los ahogados gemidos de los menores que yacían ocultos bajo el viejo camastro del propio homicida, volvió sobre sus pasos, dejando a un lado el cuerpo ensangrentado sin vida de su esposa, y con la frialdad que solo se espera de una alimaña, sacó a la fuerza a las pobres criaturas de su escondite y con un ensañamiento inconcebible les asestó hasta doce puñaladas que acabaron con sus vidas, consumando con ello el exterminio de su familia».

Enumeración: Consiste en la presentación de una idea por partes siguiendo un determinado orden. A través de la enumeración se aporta claridad y precisión al discurso.

«El demandado, abusando de su cargo, no sólo se dedicó a falsificar los documentos que sustrajo de las oficinas del gerente, sino que acto seguido los empleó para consumar la apropiación de los fondos denunciada. Dos son pues los delitos que habremos de considerar…».

Narración: La narración es la exposición ordenada de un hecho o suceso basado en la reconstrucción histórica y verídica del mismo. Se caracteriza por ser breve, clara, ordenada (normalmente de forma cronológica) y proporcionada al objeto de nuestro discurso.

La narración es un elemento esencial del informe del abogado, remitiéndonos a todo lo expuesto en el capítulo V sobre la división del informe.

Comparación: A través de la comparación se expresan las semejanzas que pueden existir entre dos ideas, personas u objetos. A través de este recurso se aporta claridad al concepto comparado especialmente en asuntos de difícil comprensión.

«El acusado cayó sobre su prometida como una alimaña herida y no cesó en asestarle puñaladas hasta que acabó con su vida».

Antítesis: La antítesis, contraria a la comparación, supone en anteponer una a otra idea para conseguir resaltar aquella que estamos defendiendo.

«Mientras que el Sr. Faustino concluía a altas horas de la noche con toda laboriosidad el encargo realizado y cuya entrega se exigió con tanta vehemencia, el demandado se dedicaba a malgastar sus cuartos a sabiendas que, llegado el día siguiente, carecería de liquidez para cumplir con su obligación».

En un próximo post continuaremos con las figuras patéticas, lógicas e ingeniosas.
 

[1]      Existe mucha literatura acerca del empleo de las figuras retóricas en oratoria forense. Tras un estudio de la misma nos hemos decantado por seguir la exposición realizada por Diego L. MONASTERIO, Nuevo Manual de Retórica Parlamentaria y oratoria deliberativa, Konrad ADENAUER STIFTUNG, 2010. Seguiremos la clasificación de este autor por considerarla más adecuada a efectos de una exposición simple como la que planteamos.

El empleo de las figuras retóricas en el alegato: de la hipérbole al énfasis.

Figuras patéticas

A través de estas figuras, el orador expresa sus pasiones y sentimientos con el fin de impactar al auditorio.

Apóstrofe: Consiste en dirigirse a persona diferente (presente o ausente) del auditorio de forma habitualmente inesperada.

«Esto es inaceptable (dirigiéndose a la parte contraria), y usted lo sabe… ¡Faltar a su compromiso cuando toda la población había movido cielo y tierra para adecentar las calles del municipio! ¿Cómo puede justificar tal conducta?».

Conminación: A través de esta figura, con un claro sesgo intimidatorio, se pretende amedrentar al auditorio advirtiendo de las consecuencias que podrían producirse de actuar de un modo específico.

«A la vista de la claridad de los hechos acreditados, no duden señores y señoras miembros del jurado, que de absolverse al acusado, nuestra sociedad tendrá una razón más para sentirse insegura y en peligro ante la tesitura de encontrarse en la calle con personas como el hoy acusado».

Deprecación: La deprecación es una expresión insistente de un deseo a través de una súplica vehemente.

«Y si su recta decisión alcanza a la condena de este hombre, pido y suplico, con la convicción que me da el saber que la virtud de la clemencia adorna a sus ilustrísimas, que el fallo permita al acusado conservar la vida….».

Imprecación: Con ella formulamos airadamente votos y deseos de que se produzca un perjuicio sobre alguien.

«Esperamos y deseamos que todo el peso de la Ley caiga sobre el acusado, y que a través de la penitencia merecida, el sufrimiento y penar que padezca, le ayude a arrepentirse de lo que hoy se jacta».

Exclamación: MAJADA lo define bellamente como el desahogo de los afectos y de la emoción, viva manifestación de la agitación del espíritu.

« ¡Jamás, jamás podrá volver a ver!, ¿No es suficiente esta desgracia para ocultar la soberbia y arrogancia mostrada ante la paciencia e incredulidad de los presentes?».

Hipérbole: A través de la hipérbole exageramos o deprimimos personas, hechos o cosas hasta límites inveraces con el fin de llamar la atención del auditorio sobre la importancia del asunto, consiguiendo a su vez impresionar al mismo.

«Su actuación en prevención del crimen fue tal, que de no haber actuado a tiempo, el acusado habría dado buena cuenta de la vida y honra de todos los parroquianos y, si me apuran, del conjunto de los habitantes de la comarca».

Personificación: Atribución de cualidades humanas a cosas inanimadas o abstractas y por tantos carentes de sentimientos.

«Tal fue el daño causado con tan inoportuna filtración, que la bolsa, agitada por la noticia, se sensibilizó de tal forma, que los valores cayeron a números desconocidos en la historia de la compañía».

Interrogación: Este recurso nos permite realizar y destacar una afirmación a través de una pregunta que se hace a sabiendas de que no obtendrá respuesta de terceros. Es la denominada pregunta retórica, a través de la cual el orador introduce su propia convicción, esta vez acentuada por la figura, impresionando al auditorio con la fuerza pasional que conlleva.

«Y nos preguntamos ¿si no sabía que la vivienda estaba ocupada en el momento de la transmisión, por qué el testigo ha afirmado que la primera semana de marzo aquel le concedió un mes para el desalojo?».

Y como no, la famosa pregunta de CICERÓN:

¿Hasta cuándo, por fin, abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Subyección: En este caso, semejante a la interrogación, se realiza por el orador una pregunta y se ofrece a continuación la respuesta. Este recurso es de extraordinaria utilidad para el abogado, pues a través del mismo se anticipa a las objeciones del rival, convirtiéndolas en preguntas que va respondiendo, previo un análisis argumentativo del caso. Al igual que la interrogación, la subyección es un recurso muy apropiado para mantener la atención del auditorio y hacerlo participar en el proceso oratorio.

«¿Por qué prescindió de su consentimiento? Pues sencillamente porque el demandado era consciente de que dicho acto no beneficiaría a su hermano».

Figuras lógicas

Estas figuras buscan ofrecer más claridad y fuerza argumentativa a las ideas presentadas a través del alegato.

Simplificación: Consiste en sintetizar las ideas para conceder mayor sencillez y claridad al mensaje.

«En definitiva, no habiendo atendido los pagos aplazados con anterioridad a la presentación de la demanda, el actor carece de facultades para el ejercicio de la acción entablada».

Amplificación: Consiste en expresar una idea desde diversos puntos de vista, opiniones o perspectivas, normalmente bajo un prisma más grandilocuente que el pensamiento amplificado.

«En apariencia, el vehículo era ideal. Todo atraía del mismo, su diseño, su color, el sonido del motor e incluso el precio. De esta forma, el acusado logró encandilar a …».

Gradación: Las ideas se expresan ordenadamente siguiendo una progresión hasta alcanzar la idea pretendida. Puede emplearse de forma aumentando o disminuyendo la gradación.

«El actor afirma vehementemente la prueba de los hechos, sin embargo, éstos aparecen inicialmente desdibujados; luego, se esconden en la niebla del olvido de los testigos para, finalmente, desaparecer con la prueba pretendida».

Anticipación: Consiste en la refutación anticipada de un argumento u objeción que probablemente se realizará por el auditorio.

«Probablemente el demandado nos dirá que actuó movido por el interés de beneficiar a sus socios, pero lo cierto es que ha quedado demostrado que actuó simple y llanamente en su propio beneficio».

Paradoja: Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que expresan contradicción, de forma que se destacan aún más ambos conceptos o uno de ellos.

«Mientras más deuda contraía con la entidad, embotando el filo de su economía, más dilapidaba éste su patrimonio como si de un nuevo rico se tratase».

Sentencia: Es una reflexión sobre un tema general expresado de forma sucinta y muy precisa. La sentencia comprende el apotegma (sentencia de un autor conocido), la máxima o consejo moral; los dichos, refranes y que encierran una enseñanza procedente del pueblo.

«Por lo tanto, acorde con la máxima prior tempore potior iure el derecho de propiedad de….».

Concesión: Puede entenderse como el reconocimiento de un argumento ajeno que no nos perjudica o la aceptación fingida de un pensamiento ajeno que posteriormente desvirtuamos. En ambos casos se obtiene una impresión de gran seguridad y confianza.

«Cierto, podríamos admitir que mi cliente se ausentaba de manera reiterada del hogar familiar, pero ello jamás podría justificar la desproporcionada decisión adoptada por su cónyuge con desprecio a los más elementales fundamentos de la institución».

Figuras ingeniosas

A través de las mismas, guiadas por el ingenio, se presenta un pensamiento como velado y oculto, realzándolo en provecho del orador.

Perífrasis: También conocido como rodeo discursivo o circunloquio, consiste en expresar en muchas palabras aquello que podría exponerse de forma mucho más sencilla.

«Y poco después de la brutal agresión, el esposo dio el último suspiro».

Ironía: Consiste en dar a entender lo contrario de lo que se está expresando, con una finalidad de demérito del objeto de la ironía. Cuando ésta adquiere caracteres mordaces estamos ante el sarcasmo.

«Claro, y si no se le hubiera requerido, probablemente el acusado se habría personado con el importe adeudado más los intereses pactados en casa del Dr. Gómez por su sola voluntad».

Preterición: Por medio de esta figura el orador manifiesta que no tiene interés de hablar sobre determinado asunto pero, en realidad, lo hace a través de la misma figura.

«No queremos agotar a este digno Tribunal, y por ello no vamos a volver a entrar en examinar cómo ha empleado el demandado la mala fe en este proceso».


¿Cómo debe responder un testigo a un interrogatorio hostil y/o amigable?

La pasada semana vimos algunas técnicas que emplean los abogados ingleses a la hora de realizar el contrainterrogatorio y que son perfectamente aplicables en nuestra práctica profesional. Hoy, tal y como anticipamos y fruto de mis conversaciones con un barrister de Sheffield, vamos a destacar algunas recomendaciones que deberían conocer quienes van a testificar en un proceso judicial, a fin de evitar que presenten una evidencia defectuosa o contraria a lo que realmente pretenden exponer.

Estos consejos los dividiremos en función del tipo de interrogatorio (hostil o amigable) para concluir con unas advertencias generales para todo tipo de interrogatorio.

Ante un interrogatorio hostil.

En ocasiones, el abogado interroga con un tono agresivo y retador. Generalmente, dicha actitud busca un propósito determinado como provocar una reacción del testigo cuestionando abiertamente la credibilidad del mismo al considerar que está mintiendo descaradamente. En otras ocasiones, más que un propósito, podemos encontrarnos con un déficit en la técnica del interrogatorio: el abogado actúa siguiendo las instrucciones de un cliente beligerante (lo cual es un verdadero error); carece de experiencia; está nervioso; se le han acabado los argumentos, etc.

En estos casos, estas son las recomendaciones que debemos dar a nuestros testigos para el supuesto de tener que enfrenarse a un interrogatorio que presumimos va a ser hostil:

Mirar al juez mientras se responde la pregunta: De esta forma, se rompe el contacto ocular con el abogado y con ello, el control que este pretende mantener sobre el testigo. Si se ha creado una tensión entre el abogado y el testigo, el que éste se dirija al juez hará que se sienta más tranquilo y calmado.

No morder el anzuelo: si el abogado pretende que el testigo se ponga nervioso, discuta, responda con preguntas, se enfurezca o se genere una discusión, el testigo debe y mantener la compostura en todo momento y actuar con toda la calma posible.

No hablar cuando es innecesario hacerlo: Si una vez respondida la pregunta, el abogado se queda mirando al testigo creando una pausa artificial, el testigo debe aguantar en silencio, y no caer en la tentación de seguir hablando, pues la respuesta ya está dada. En realidad, el problema lo tiene el abogado, pues vendrá obligado a no prolongar demasiado la pausa so pena de que el juez le llame la atención.

Tomarse el tiempo necesario: La tensión del interrogatorio va siempre asociada a un ritmo rápido. Sin embargo, que el abogado trate de establecer un ritmo rápido, no significa que el testigo tenga que seguir dicho ritmo. Por ello, en estos casos, que mejor que reducirlo. Para lograr dicho objetivo basta con pausar, pensar la respuesta, consultar algún documento, pedir que se repita la pregunta, etc.

Recordar siempre que se está testificando sobre unos hechos que no afectan realmente al testigo: La declaración del testigo no es una cuestión que tenga por qué ser vivida con suma intensidad, pues en realidad no tiene por qué afectarle como si afecta a la parte interesada. Es lógico que en algunas circunstancias el testigo pueda alinearse emocionalmente con una de las partes, pero ello no debe influirle negativamente en su exposición.

Ante un interrogatorio amigable.

En estos casos, la aproximación del abogado al testigo es amigable, lo que hace que éste, que espera a un abogado agresivo, baje la guardia y adquiera una falsa sensación de seguridad, sintiéndose cómodo al responder a un abogado que se muestra empático, lo que genera el riesgo de que se hagan más concesiones de las necesarias.

Veamos algunos consejos que podemos dar a nuestros testigos:

Mantenerse siempre alerta: El hecho de que el abogado actúe amablemente no significa que el contrainterrogatorio vaya a ser diferente. Es una cuestión de estrategia pura y simple. Por lo tanto, el testigo debe mantener siempre la guardia y no relajarse.

Evitar excederse en el testimonio: Ante alguien que actúa de forma amable y amigable, el testigo puede que, inconscientemente, desee ayudarle suministrando una información que quizás exceda de lo que se sabe y conoce, solo por complacer a quien interroga. Hay que evitar caer en dicha tentación y limitarse al objeto del testimonio.

Cuidado con manifestar nuestro acuerdo con todas las preguntas: Generalmente, durante el contrainterrogatorio amistoso el abogado comienza a realizar preguntas que suelen ser respondidas con un sí. Son preguntas sencillas, no controvertidas, que se responden fácilmente de forma afirmativa. Sin embargo, dichas preguntas se dirigen naturalmente a un objetivo específico que probablemente constituya un ataque a la versión del testigo. Por ello es fundamental que antes de decir “sí”, el testigo se asegure antes de dar la respuesta, y cuando tenga dudas, se lo piense y evite responder afirmativamente por automatismo.

Cuidado con las alabanzas: Si al comienzo del interrogatorio y a través de sus preguntas el abogado destaca las capacidades, virtudes y habilidades del testigo, no hay que bajar la guardia, porque ello no implica que el abogado vaya a desistir de su propósito durante el contrainterrogatorio.

Finalmente, para concluir, destacamos algunos consejos que invariablemente, sea cual sea el tipo de interrogatorio, deben seguir nuestros testigos:

Escuchar atentamente la pregunta.
Pedir aclaración o repetición si es necesario.
Tomarse el tiempo para responder.
Si no conoces la respuesta, no especular, responder sencillamente “no”.
Evitar intentar no responder la pregunta o tratar de evitarla.
Ser ordenado en la respuesta y no perderse.
Mantenerse calmado en todo momento.

 

¿Qué aspectos pueden dificultar el interrogatorio durante un juicio telemático?

Indudablemente, los denominados juicios telemáticos van a condicionar notablemente la práctica de los interrogatorios de parte, testigos y peritos. Este nuevo escenario debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de trabajar sobre aquellos aspectos que puedan ayudarnos a comprender dichas limitaciones, y a dotarnos de habilidades y recursos para, en la medida de lo posible, superarlos.

Acorde con lo anterior, este post pretende destacar el “por qué” de dichos condicionantes, o lo que es lo mismo, examinar aquellos elementos asociados a la comunicación virtual del juicio que tanto van a influir en anunciada dinámica de los interrogatorios.

Para ello, hemos de partir de la base de la conocida como “Guía con recomendaciones para la celebración de los juicios telemáticos”, elaborada por el Ministerio de Justicia, y que contiene una serie de recomendaciones para la celebración de los juicios telemáticos. La guía, al referirse a las actuaciones externas, señala que el juez o tribunal deberá quedar constituido en su propia sede, mientras que los miembros del ministerio fiscal, abogados, procuradores y graduados sociales podrían intervenir desde sus dependencias oficiales o despachos profesionales cuando no sea requerida su presencia física por el órgano judicial.  Finalmente, las partes, testigos y peritos, deberán realizarlo en una dependencia judicial, ya sea la propia del órgano en el que se desarrolle el acto u otra más cercana al lugar de residencia de quien intervenga en él.

Conforme a la ubicación indicada (el abogado en su despacho y las partes, testigos y peritos en la dependencia judicial), ya podemos entrar en la exposición de los referidos condicionantes:

1º. – Comunicación verbal: El lenguaje verbal, en ocasiones, no va a llegar al testigo con la misma claridad que de forma presencial, puesto que está condicionado por el buen funcionamiento de aspectos técnicos que pueden interferir en la comunicación (pérdida de comunicación, problemas de visión y sonido, iluminación, etc.), perdiéndose el detalle del proceso de comunicación o reduciéndose la capacidad de percepción del oyente, lo que genera situaciones complejas; obviamente, lo mismo puede predicarse de las respuestas del testigo.

2º. – Comunicación no verbal: En los juicios telemáticos la fisonomía del interlocutor que se va a visualizar en pantalla será el rostro, la parte superior del cuerpo y las manos (en el mejor de los escenarios), por lo que se perderán importantes detalles del lenguaje no verbal que se dan en toda comunicación presencial, y, en consecuencia, habrá que trabajar duro en procesar las pistas no verbales como las expresiones, tono, y lenguaje no verbal. Si tenemos en cuenta la forma en la que declaran los testigos presencialmente (de pie y mostrando todo su cuerpo), comprenderemos la importancia de los rasgos del lenguaje no verbal que se pierden en los juicios virtuales.

3º.- Riesgo de pérdida de atención: Está demostrado por diversos estudios que la comunicación telemática produce una aparición más prematura de cansancio y agotamiento que en la presencial, lo que motiva que, en ocasiones, tanto el emisor como el oyente vean como su atención se reduce o pierde.  Por otro lado, el estar en comunicación con cuatro o cinco rostros de forma simultánea, es otro factor que puede hacernos perder la concentración, y no podemos olvidar que durante un interrogatorio la falta de atención va a ser penalizada.

4º.- Relajación del testigo: El contexto en el que se declara (desde el despacho, para el abogado, o desde una sala establecida al efecto para los testigos, partes, etc.), va a provocar que, al estar el testigo distanciado físicamente de quien lo interroga y de la presencia del juez y de la sala de justicia, es posible que el aquel se encuentre más relajado y confiado, existiendo mayor riesgo de que se aleje de la verdad en su declaración.

Expuesto lo anterior, será fundamental no sólo conocer estas limitaciones e interiorizarlas, sino disponer de herramientas que nos ayuden a manejarnos con soltura y eficacia en este entorno tan complejo que, sin lugar a dudas, ha venido para quedarse.

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