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209).-¿En qué consiste la autoridad del abogado en sala?.-a

Carla Nicol Vargas Berrios


Entre las diversas acepciones del término autoridad, el diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge la siguiente: modo de hacer una cosa o de comportarse que manifiesta una gran seguridad o confianza en quien lo realiza. Esta acepción será la que hoy tomaremos prestada para abordar una de las cualidades esenciales que todo letrado debe alcanzar para convertirse en un buen abogado litigante.


Abogado en Sala

La autoridad en sala se encuentra íntimamente relacionada con la habilidad que debe manifestar el abogado a fin de transmitir seguridad al conducirse durante todas las fases de la vista; solvencia, demostrando su conocimiento sin fisuras de los hechos y el derecho aplicable; experiencia, manejándose con fluidez ante cualquier incidencia o imprevisto; y personalidad emitiendo un halo de confianza capaz de influir activamente en los distintos actores que intervienen en sala.

Disponer y disfrutar de autoridad es un valor que se proyecta al exterior y que constituye la percepción de cuantos interactúan con el abogado durante el juicio, percepción que tendrá siempre un sentido favorable. Así, un abogado que transmita autoridad, no solo recibirá mayor atención del juez durante sus intervenciones en el interrogatorio y trámite de conclusiones, sino que mantendrá el control de los testigos y peritos durante el desarrollo de la prueba, evitando de esta forma conductas y actitudes que puedan interferir su desarrollo, como el caso de respuestas ambiguas, desabridas, irrespetuosas, provocadoras, tan habituales en muchos interrogatorios. 

Igualmente, el cliente representado por un abogado que proyecte autoridad se sentirá seguro y tranquilo (faceta esta imprescindible para afrontar un juicio), en la confianza de que su abogado lo defenderá de forma concienzuda, lo que constituye el máximo exponente de lo que puede entenderse por la fidelización del cliente en juicio.

Pero esta proyección al exterior tiene también unas consecuencias internas nada desdeñables, puesto que la autoridad previene al abogado frente a los riesgos del temor escénico, los imprevistos y otras situaciones patológicas que acaecen en sala, y todo gracias a la confianza y seguridad en su mismo que aquélla aporta.

En definitiva, las partes verán un profesional preparado y seguro, y estos atributos se contagiarán en su intervención, ejerciendo una influencia positiva sobre todos aquellos que entran en contacto con él.

¿Y cómo podemos los abogados alcanzar dicha facultad?

Ahí van algunos consejos que pueden sernos de gran ayuda:

Disponer de una voluntad casi obsesiva de preparar el juicio hasta el extremo.
Adquirir un conocimiento meticuloso del derecho aplicable al asunto.
Dominar las reglas procesales y técnicas relativas a las distintas fases que integran el acto de la vista.
Conocer al juez, testigos y peritos.
Saber comunicar mediante el adecuado empleo del lenguaje verbal y no verbal.
Emplear maneras siempre educadas, dignas y corteses.
Mantener un estado de concentración y atención sobre todo lo que ocurre en sala y saber reaccionar con inmediatez.
Saber gobernarse así mismo con humildad, prudencia y paciencia.
Renunciar al uso de subterfugios y triquiñuelas.
Saber proyectar autoridad.
Naturalmente, es un reto difícil, pues basta con la lectura de las anteriores recomendaciones para comprobar que alcanzar la autoridad requiere de innumerables habilidades que exigirán un denodado esfuerzo. Sin embargo, la cosecha que podemos recoger es abundante, pues no solo nos sentiremos y nos verán como mejores abogados, ganando en reputación y respeto, sino que esta percepción fructificará en resultados más que alentadores en el día a día de nuestra profesión.

Y al hilo de esta cuestión nos preguntamos ¿puede un joven abogado tener autoridad en sala? La respuesta es naturalmente afirmativa, pues si bien la experiencia, es decir, el intervenir habitualmente en sala durante un periodo temporal extenso, favorece la adquisición de la misma, lo cierto es que uno de sus componentes esenciales lo constituye el saber transmitir una impresión de autoridad, y quien, debidamente preparado, consiga hacerlo, alcanzará un nivel de ésta nada desdeñable que será percibido por quienes intervengan en sala. Factores vinculados al proceso de comunicación y al funcionamiento del cerebro avalan esta afirmación.

En definitiva, es deber del abogado litigante comprometerse con entusiasmo en alcanzar esta virtud, pues su búsqueda, por si sola, ya es crecimiento.
FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR

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