73).-The Paper Chase: maratónicas jornadas de estudio.-a
PROFESOR CHARLES W. KINGSFIELD en la película "El Primer Año en Leyes": |
"El estudio de las leyes es algo nuevo y desconocido para cualquiera de ustedes, es diferente a cualquier método de enseñanza que hayan seguido antes, aquí utilizamos el método socrático, yo les nombro, les hago una pregunta y ustedes contestan; por qué no les doy una conferencia porque a través de mis preguntas aprenderán a enseñarse a sí mismos a través de este método de preguntas respuestas, preguntas respuestas, pretendemos desarrollar en ustedes la habilidad para analizar ese vasto complejo de hechos que constituyen las relaciones entre miembros de una determinada sociedad, preguntas y respuestas a veces podrán creer ustedes que han encontrado la respuesta correcta, yo les aseguro que eso sería un craso error por su parte, jamás encontrarán la respuesta correcta absoluta y final, en mi clase hay siempre otra pregunta, otra pregunta que sigue a su respuesta. ¡Sí!, esto es una rutina, mis pequeñas preguntas hacen girar los resortes de sus mentes, están ustedes en una mesa de operaciones, mis preguntas son los dedos que exploran sus cerebros, aquí hacemos cirugía cerebral, se enseñan así mismos la leyes pero yo adiestro sus mentes, llegan aquí con la cabeza llena de pájaros y se van pensando como abogados".
Vida de un estudiante/Vida íntima de un estudiante (The Paper Chase) es una película de 1973 protagonizada por Timothy Bottoms, Lindsay Wagner y John Houseman y dirigida por James Bridges. Basada en la novela de John Jay Osborn, Jr., el filme cuenta la historia de Hart, un estudiante de derecho de Harvard, y sus experiencias con el severo profesor Charles Kingsfield (John Houseman), y con la hija de este, Susan, de quien se enamora.
Carla Nicol Vargas Berrios |
El cineasta James Bridges dirigió poco y su filmografía tuvo altos y bajos a lo largo de dos décadas. Con Perfect en 1985 casi sepultó la carrera como actor de John Travolta (la verdad es que es una película que se deja ver y que no es tan mala como señaló la crítica en los años ochenta) y con El Síndrome de China (antes comentada en Espectador Errante) se alzó como uno de los cineastas favoritos de la Academia allá por 1979. Otras obras conocidas de Bridges fueron Urban Cowboy, también con Travolta y en compañía de Debra Winger, y Bright Lights, Big City con un joven Michael J. Fox atrapado en el mundo de las drogas.
A través de este comentario quiero rescatar The Paper Chase, estimable filme de 1973 con el protagónico de Timothy Bottoms, Lindsey Wagner y John Houseman, y basada en la novela homónima de John Jay Osborn Jr. Bottoms interpreta a Hart, estudiante de primer año de la Facultad de Leyes de Harvard. La película relata sus esfuerzos e interminables jornadas de estudio para poder cumplir con los requisitos necesarios para convertirse en un buen abogado, además de pasar la clase de derecho contractual del profesor Kingsfield (Houseman), una de las mentes más brillantes de Harvard y cuya clase suele determinar el éxito o fracaso de sus estudiantes.
Al ver The Paper Chase no pude evitar recordar mis años de estudio en la universidad, en maratónicas jornadas de estudio individuales o en grupo para poder interiorizar y memorizar conocimientos que nunca me preguntaron en mis diversas experiencias laborales. El punto de vista de The Paper Chase es un poco distinto, ya que aquí los estudiantes se mueven en uno de los círculos educativos más exigentes como lo es el ámbito del derecho y en uno de los campus universitarios con más tradición en el mundo. Cuando estudié periodismo también me tocó enfrentar materias complejas, así como académicos que eran dioses, temidos y admirados por igual.
En el filme de Bridges la severidad y la exigencia es Kingsfield, un formidable John Houseman que antes de convertirse en actor había sido colaborador de Orson Welles y productor de distintas películas en las décadas del 40, 50 y 60. En The Paper Chase desborda la pantalla con su rostro serio y algo amargado. Literalmente es un libro con patas que pone a prueba a sus alumnos en una especie de carrera por obtener el favoritismo de este legendario profesor. La sala de clases es su reino y los espacios entre mesas y sillas suelen definir entre quienes son los más aptos o no para convertirse en futuros abogados, en la herencia de Harvard y sus códigos. Houseman obtuvo el Oscar a Mejor Actor Secundario por su rol de Kingsfield.
James Bridges realiza su filme en un tiempo en que no había demasiada tecnología, pero sí mucha competencia al igual que hoy. Los estudiantes de derecho de Harvard literalmente se juegan la vida entre libros que parecen más ladrillos de conocimientos e infinitas terminologías difíciles de aprender. Hart casi no duerme estudiando. Es buena persona y, a diferencia de sus compañeros de estudio, no es competitivo o mezquino con sus aptitudes. Sólo compite consigo mismo y contra la leyenda de un profesor al que trata de comprender, y de adelantarse a sus pensamientos y jugadas intelectuales. En este camino se enamora de una mujer que resulta ser la hija de Kingsfield, la que tratará de “sacarlo del pedestal” del derecho y de sus enmarañados símbolos.
The Paper Chase también me recordó esta especie de “castas” que se produce en los ambientes universitarios, en donde algunos son superdotados, otros simplemente sanguijuelas de los aventajados, otros egoístas y, finalmente, los que quedan son los buscan pasar las horas en torno a una carrera que nunca les importó. Bridges desarrolla un relato que más se parece a una carrera contra el tiempo, contra el cansancio y el tedio de leer y leer documentos, libros y papeles que no admiten conjeturas o verdades a medias. Timothy Bottoms (The Last Picture Show, Johnny Got his Gun) realiza un notable rol desde la perspectiva de un joven matándose por no defraudarse a sí mismo o al profesor que admira, si bien recién al final de su primer año logra comprender que sus experiencias estudiantiles tampoco serán la gran epopeya de su vida.
En The Paper Chase se respira el campus de Harvard, sus salones de estudio, pasillos, casinos e instalaciones. La vida del estudiante parece una sobredimensionada burbuja en la que lo único que cuenta son las calificaciones y el beneplácito de un profesor que es tan preciso, frio y funcional como una navaja. También se agradece la elección del director James Bridges en obviar los mensajes moralizantes o aquella cadencia idealista y un poco cansadora de películas como La Sociedad de los Poetas Muertos. The Paper Chase tiene un acercamiento casi documentalista, lo que permite al espectador conectarse con sus propias experiencias. Por ejemplo, no pude dejar de olvidar aquellos fines de semana en que literalmente me encerraba sólo a estudiar y a leer hojas de oficio que parecían no tener fin.
The Paper Chase es una obra muy bien interpretada, con una dirección solvente sin mensajes demasiado dramáticos, aspecto que se agradece. Es la vida de quien estudia literalmente quemándose las pestañas. Al terminar el filme agradecí haber descubierto este estimable trabajo de Bridges, a la vez que me sentí aliviado por no haber estudiado derecho y, en especial, por haber finalizado hace mucho tiempo aquella etapa de maratónicas jornadas de estudio en torno a materias tremendamente innecesarias. Al mismo tiempo, admiré aún más a mis amigos y conocidos que son abogados. También recordé aquellos profesores que me provocaron, interpelaron y que me dejaron varias horas insomne, ya sea por miedo, admiración o porque quizá nunca conseguí comprenderlos del todo. Sin duda, The Paper Chase es un notable filme que es parte del legado del fallecido cineasta James Bridges.
Historia del método socrático. El método socrático o debate socrático es un método de dialéctica o demostración lógica para la indagación o búsqueda de nuevas ideas, conceptos o prismas subyacentes en la información. Este método fue aplicado ampliamente para los escritos orales de los conceptos morales clave. Fue descrito por Platón en los diálogos Socráticos; por esto, Sócrates es habitualmente reconocido como el padre de la ética occidental o filosofía moral. Es una forma de búsqueda de verdad filosofal. Normalmente concierne a dos interlocutores en cada turno, con uno liderando la discusión y el otro asintiendo o concordando a ciertas conjeturas que se le muestran para su aceptación o rechazo. Este método se le acredita a Sócrates, quien empezó a enzarzarse en dichos debates con sus compañeros atenienses después de una visita al oráculo de Delfos. Un diálogo socrático puede pasar en cualquier momento entre dos personas cuando estas buscan la respuesta a una pregunta si esta la admite mediante su propio esfuerzo de reflexión y razonamiento. Se empieza haciendo todo tipo de preguntas hasta que los detalles del ejemplo son evidenciados para luego ser usados como plataforma para alcanzar valoraciones más generales. La práctica implica efectuar una serie de preguntas alrededor de un tema o idea central, y responder las otras preguntas que aparezcan. Normalmente, este método se usa para defender un punto de vista en contra de otra posición. La mejor forma de evidenciar el acierto de un "punto de vista" es hacer que el oponente se contradiga a sí mismo y de alguna forma apruebe el "punto de vista" en cuestión. Véase reducción al absurdo. El término preguntas socráticas, juicio socrático o cuestionamiento socrático es usado para describir este tipo de interrogatorio, en el cual una pregunta se responde como si esta hubiera sido una pregunta retórica. Ej.: ¿Puedo comer champiñones?. A lo que se contesta con otra pregunta como si la primera no lo fuera o fuera retórica: ¿Acaso no son los champiñones comestibles? Así se fuerza a realizar al preguntador una nueva pregunta que aporte más luz a su discurso. Método Elenchos (del griego: ἔλεγχος, un escrutinio cruzado con el propósito de la refutación, más conocida como 'elenchus', es la técnica central del método socrático). En los primeros diálogos de Platón, la técnica de elenchos es la técnica que Sócrates usa para investigar, por ejemplo, la naturaleza o definición ética de los conceptos como justicia y virtud. De acuerdo con su formulación generalizada, ésta tiene los siguientes pasos:
Al mismo tiempo el interlocutor B podría abogar porque la primera premisa es falsa y que en realidad la resistencia es mala y por tanto el coraje no es la resistencia. Ya que se ha partido de esa premisa supuesta. Sin embargo, cuando se sigue estando de acuerdo por ambos o si no se está pero no se dan argumentos para el cambio de opinión entonces son las otras hipótesis las que deben ser incorrectas. Lo que se ha hecho es descartar hipótesis en búsqueda de la verdad. Para evitar caer en la falacia del razonamiento circular se debe estar de acuerdo en la primera premisa y dispuesto a desecharla en caso de que se encuentren hipótesis ciertas que no sustenten a la premisa. La naturaleza exacta de las elecciones está sujeta a un gran debate, en particular concerniente a sí es un método positivo, que dirige hacia el conocimiento, o un método negativo usado solamente para refutar falsas afirmaciones autoproclamadas como conocimiento; es decir, se puede descubrir nuevas ideas a partir de la simple deducción lógica de las premisas o por el contrario solo se puede averiguar si la premisa es cierta o falsa. El método socrático, es un método negativo de eliminación de hipótesis, en el cual las mejores hipótesis son encontradas mediante la identificación y la eliminación de aquellas que conducen a contradicciones. Consiste en una búsqueda de las hipótesis subyacentes o axiomas que subconscientemente dan forma a nuestras opiniones y en hacerlas el centro de nuestro escrutinio para determinar su consistencia con otras creencias. Su forma básica es una serie de preguntas formuladas como test de lógica y hechos con la intención de ayudar a una persona o grupo a descubrir sus propias creencias sobre un tema, explorando las definiciones, buscando caracterizar y catalogar las propiedades compartidas por varias y diferentes premisas. Aristóteles atribuyó a Sócrates el descubrimiento del método de definición e inducción, el cual, él proclamó como la esencia del método científico. Aunque Aristóteles también alegó que este método no era apto para la ética. Sócrates generalmente aplicó este método de análisis a conceptos que parecen no tener una definición concreta o definida. Por ejemplo, conceptos pertinentes a la moral como virtudes de piedad, sabiduría, templanza, coraje y justicia. Este análisis desafiaba las creencias morales implícitas de los interlocutores, trayendo a colación inconsistencias y casos inadecuados que no cuadraban con sus creencias y que normalmente resultaban en perplejidad o desconcierto conocido como aporía. A la vista de estas incompetencias, el mismo Sócrates declaró su ignorancia, donde otros todavía proclamaban tener acierto o conocimiento. Sócrates creía que su conocimiento o percepción de su ignorancia le hacía ser más sabio que aquellos que, aunque ignorantes, clamaban tener conocimiento. Aunque esta creencia parece ser paradójica o contradictoria a primera vista, de hecho le permitió a Sócrates descubrir sus propios errores donde otros asumían que estaban acertados. Este hecho, es conocido por la anécdota del oráculo de Delphi que se pronunció diciendo que Sócrates era el hombre más sabio entre todos los hombres. Sócrates usó esta afirmación junto con la de que era consciente de sus límites en sus llamamientos. Consecuentemente, dijo que un buen y bondadoso mandatario consistía en que este cuidara de su alma, moral verdadera y de su entendimiento ya que la riqueza no trae la bondad pero la bondad trae consigo la riqueza y cualquier otra bendición tanto individualmente como para el estado y la vida sin análisis, diálogo o discusión no vale la pena vivirla. Y con esto en mente el método socrático fue empleado. Los motivos actuales o modernos para el uso de este método no son necesariamente equivalentes. Sócrates raramente usó el método para desarrollar teorías consistentes, en lugar de eso lo usó para explicar los mitos. Parménides de Elea se muestra usando el método socrático para desgranar y apuntar los flecos de la teoría platónica de la forma. En lugar de llegar a respuestas, el método fue usado para romper y hacer caer las teorías que se mantenían detrás de axiomas y postulados que se tomaban por garantizados pero que tras examinarlos dejaban de tener sentido o eran incongruentes con las deducciones. Un ejemplo de ejercicio de método socrático, puede darse en un dilema moral: usted es el conductor de un tren en el que están fallando los frenos y debe elegir entre la opción de matar a cinco trabajadores en su paso por una ruta alternativa, o la de matar a todos los 300 pasajeros del tren. Para aplicar el método socrático se debería pedir al auditorio hacer argumentos sobre lo que debería hacerse. Luego, proceder a hacer sugerencias de manera provocadora, motivando a cada interventor a defender y articular las razones y valores que subyacen a su decisión (¿es mejor salvar a muchos a expensas de unos pocos?), y luego aplicar esos razonamientos a otros dilemas morales en los cuales la aplicación de la misma decisión podría no resultar tan defendible (que esos 5 trabajadores fuera muy importantes). En cada ronda de preguntas, se debe procurar concentrarse en derribar los supuestos de los interventores en un afán de “recomponer la verdad” – que es precisamente la tarea del profesor socrático en clase. Si alguna vez le preguntan si está exponiendo sus propias ideas, conteste que se suele esperar hasta el final de la discusión, e incluso entonces puede ser que se prefiera utilizar algo de “engaño pedagógico” (asumir una posición que no se comparte necesariamente) con el fin de motivar a sus alumnos a examinar sus propias premisas. Algunas preguntas de estilo socrático son:
Influenciado por el temperamento del docente. El método comienza eligiendo un estudiante aleatoriamente y preguntándole sobre un argumento central expuesto por uno del público o jurado que típicamente está en el lado de la mayoría para el caso asignado. El primer paso es pedir al estudiante si puede parafrasear el argumento, para asegurar que el estudiante ha leído y que tiene un entendimiento básico sobre el argumento o tema del caso. Asumiendo que el estudiante ha leído el caso, el profesor pregunta si el estudiante está de acuerdo con el argumento. El profesor luego lleva el típico juego de abogado del diablo intentando forzar al estudiante a defender su posición refutando argumentos en contra de él. Estas preguntas pueden tener unas pocas modalidades. Algunas veces éstas buscan atacar presunciones sobres las cuales el estudiante basó su respuesta anterior hasta romperlas. Algunas otras preguntas están diseñadas para movilizar al estudiante hacia un tema específico donde se usa una ley o entendimiento particular. Véase falacia del hombre de paja. El profesor puede proponer una hipotética situación donde la afirmación del estudiante parezca tener una excepción. Finalmente, el docente usa el método socrático para permitir a los estudiantes llegar a los principios legales por su propio camino efectuando preguntas que estimulan un particular modo de razonamiento. El principal acierto del método socrático en derecho reside no en responder irresolubles preguntas sino en explorar los aspectos, contornos (y, 'contronos') de temás legales difíciles y enseñar a los estudiantes el razonamiento crítico necesario que necesitarán los abogados. Un profesor experimentado puede enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos usando este método. Este es el único método casuístico de enseñanza que fue diseñado para pensadores autónomos.
Ya que la discusión no es un diálogo, no es el mejor método para aplicar el método socrático, que en tanto dialéctico, pese a las contradicciones, implica lo dialógico. A pesar de que la discusión, aparentemente podría ser un mejor soporte para la construcción de nuevas ideas, el método socrático se vuelve indispensable para analizar la validez de esas ideas. Ironía socrática El método socrático también se conoce como "ironía socrática". La ironía es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates (filósofo griego) en su método dialéctico. Sócrates comienza siempre sus diálogos psicopedagógicos y propedéuticos desde la posición ficticia que encumbra al interlocutor (en este caso el alumno) como el sabio en la materia a tratar. Dado que Sócrates era considerado como el hombre más sabio de Atenas es fácil entender el por qué de la ironía. El siguiente paso del diálogo sería la mayéutica, esto es ayudar a sacar de dentro de la psique aquello que el interlocutor sabe pero ignora saber. Para ello el método socrático sugiere realizar preguntas sencillas sobre el tema en el que el sujeto (alumno) ha sido nombrado como sabio. Después, las respuestas que el interlocutor daba a Sócrates eran rebatidas, en especial confutadas con la finalidad de que el alumno descubriera que su "saber" era un conjunto de pre-juicios y las fuera completando y precisando por sí mismo tomando consciencia, en todo lo posible, de lo real. |
una gran serie de televisión, una obra de arte
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